Despacho de Cedric

Tras un largo día de estudios y de organizar la biblioteca para que a los recién llegados les sea más fácil orientarse y encontrar lo que buscan en ella, vuelvo aquí, a mi despacho.
Me encamino hacia las dos puertas de la pared del fondo; la de la izquierda lleva a mis aposentos, la de la derecha a mi pequeño laboratorio de alquimia privado, donde realizo mis pequeños experimentos, lejos de miradas indiscretas y, sobre todo ahora que empezarán a llegar alumnos de un momento a otro, lejos de estudiantes que puedan desequilibrar las delicadas mezcolanzas de ciertas fórmulas alquímicas. Determinados compuestos tienden a tener reacciones violentas si no se cuida hasta el más ínfimo detalle.
Me paro justo entre las dos puertas, me concentro un instante y mis dedos índice y corazón se iluminan y marco sobre el espacio desnudo de pared el símbolo arcano de Apertura.
<<Abrir>>
La pared brilla por un momento y luego parece que nada ha pasado. Pero yo noto la diferencia. Tras ese muro está mi remanso de paz, mi cámara de meditación, algo que sólo Nanairo y Selene conocen, pero a la que no pueden acceder.
Y es que ser un mago no es sólo dominar los elementos. Para dominar los elementos debes dominarte a tí mismo, conocerte a la perfección.
Respiro profundamente y mi cuerpo desaparece fundiéndose con la pared...

Golpeo mi frente contra la estantería por enésima vez, y vuelvo a pasear de manera inquieta por mi despacho. Llevo ya unas horas haciéndolo, tantas que me parece que voy a empezar a hacer un surco en medio de mi despacho de tanto vaivén.
Que aburrimiento. Un sitio tan enorme como el bastión y tan pocas cosas por hacer, salvo esperar a que los estudiantes inunden el bastión y lo llenen de vida y alegría.
<<Maldita sea, algo que me distraiga, algo, lo que sea, necesito hacer algo o me volveré loco de tanta inactividad...>>
He intentado leyendo, escribiendo, preparando clases que ignoro si un día daré... todo inútil, acabo distrayéndome a los pocos minutos de empezar. Necesito un reto, algo que me distraiga y me saque de el sopor de la rutina.

Llego al despacho con ganas de fiesta. La mirada de Selene solo reflejaba que creía que no tenía ninguna oportunidad y pensaba demostrarla cuan equivocada estaba. Recojo mi cabello, y dejo que dos tirabuzones enmarquen mi rostros, pero dejando visible mi cuello. Aprovechando que mi vestido esta ligeramente manchado del viaje a la catacumba del pozo, lo rasgo a la altura de la cintura, para que se vea parte de mi vientre y mi cadera. Ser una vitalista me permite tener una piel y un aspecto perfecto, sin necesidad de maquillaje alguno, así que no habia necesidad de preocuparme al respecto.

Abro la puerta del despacho, y encuentro a Cedric, sobre su cabeza hay un nubarrón color gris aburrimiento. Si hubiese más actividad de fondo el estaría tranquilo estudiando, pero la ausencia de bullicio es lo que provocaba su ansiedad.

-Hola Cedric.-Le digo con una voz cantarina. En parte por que los descubrimientos me tenían contenta, y por que hacía tiempo que no disponía de tiempo a solas con él.- ¿Que tal estas? Hace unos días que no te veo por el bastión.

>>Tengo un secreto que contarte.-Le digo mientras me dirige una mirada atónita, repasando mi aspecto. Aprovecho su sorpresa para deslizar mis brazos por la curva de su cuello, colgándome ligeramente de él. Acerco mis labios a su oreja y susurro de tal forma que estos rozan la cálida superficie de su piel.

>> Hemos encontrado una galería en el subsuelo del bastión, plagada de pruebas.

Vale, necesitaba algo que me distrajese, pero empiezo a pensar que Kay tiene razón y que realmente existe una Diosa, y que realmente le gusta reírse de mi.
Miro a Ailara atónito, con su vestimenta rasgada dejando ver el cuerpo que hay debajo y se acerca a mi, se cuelga de mi, invade mi espacio personal... pobre, no es mas que una versión diluida y menos sensual de Selene. Ailara se esfuerza en resultarme atractiva, Selene me atrae sin intentarlo, como una polilla se siente atraída por una llama, irónico a decir verdad...
Estoy a punto de zafarme cuando parte de sus palabras llegan a mis oídos...
- ¿Pruebas? ¿Misterios en una galería oculta? ¡Por fin algo que hacer en este sitio tan gris! - giro mi cabeza para mirarla a los ojos mientras hablo y me doy cuenta de lo cerca que está. Muy cerca.
¡Pero es el final de mi aburrimiento! Hago nula la distancia que nos separa estrechándola entre mis brazos en un abrazo vigoroso, apartando la cabeza para no besarla, a fin de cuentas no quiero que se haga una idea equivocada. La abrazo y giro con ella mientras suelto una risotada.
- Bueno, ¿a qué estamos esperando? ¡Vamos! - la tomo de la mano y echo a andar con pasos enérgicos hacia la puerta de mi despacho, hasta que me doy cuenta de un pequeño, insignificante y crucial detalle...
>>Ehh, Ailara, ¿donde está esa galería exactamente? - pregunto con gesto avergonzado. Sólo doy gracias de que Anthros no esté por aquí, le encantaría usar este momento para avergonzarme durante una buena temporada.

Nunca he perdonado las humillaciones, ni siquiera las que se dan en privado.

-¿Eres un alquimista y no sabes que todo tiene un precio? Sigueme, tarde o temprano me lo cobrare.

Camino dirección al pozo, unos pasos por delante de él.