El Bastión Espejismo
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La madre del mundo

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Mensaje  Ailara Mar Feb 23, 2010 8:10 am

Estabamos a punto de partir, las fuerzas del emperador habian interceptado al ejercito de los Efreet forzados a luchar. Aunque todos nos compadeciamos de ellos, no podiamos desperdiciar esta oportunidad. Teníamos que irnos, era ahora o nunca.
Acabamos de recoger nuestras cosas. Madre estaba muy preocupada, algo la perturbaba y no era capaz de decirme el qué. Eso era malo, significaba que la situación era peor de lo esperada.

Los ruidos del combate se acercaban, pero nuestro contacto aún no había aparecido. Los gritos lo inundaron todo mientras los elfos salíamos de la aldea hacia el lugar de reunión. "Maldita sea, me he dejado el Corazón" me giré y galopé sobre las piedras hacia la plaza central y entré en el pequeño santuario.

Me sorprendió que Madre no me gritará. Desde que Padre murió lo hacía a menudo. Supuse que el caos que había fuera iba en aumento. Recogí el amuleto del cuenco de plata sobre el que incidía la luz todo el tiempo, ya fuera del sol o, como ahora ocurría, la de la luna, .

Aferrada a él, corrí como alma que lleva el diablo, sólo para en la entrada chocarme de frente con la figura más corpulenta que, hasta entonces, jamás había visto. Tenia algo... no, mejor dicho, a alguien en brazos. Pero con el calor que emitía no podía ser otra cosa que un Efreet. Durante un momento, mi corazón se detuvo y el terror estuvo a punto de brotar de mi garganta en forma de grito. Entonces, sorprendida, vi cómo el hombre caía de rodillas, exhausto, frente a mí.

-Curalá, por lo que más quieras, curalá - me pidió con voz suplicante, la de aquel que no le queda nada.
- Tu también estás herido - observé, y no eran nada leves, como suele ocurrir en una guerra -. Y... yo no tengo el poder necesario - admití, avergonzada -. Acompáñame si tienes fuerzas, yo te ayudare a cargarla.

Me impresionaron dos cosas. La primera, lo ligera que era la chica; la segunda, que no era una Efreet, si no una Shima.
"Éste no está dentro de la guerra, ha conseguido escapar... por ahora", pensé, y lo hice bien. Su actitud demostraba que nadie estaba controlando sus actos. Su voluntad le había salvado, de momento.
Pude cargarla yo sola, era poco más que un almohadón en mis manos, impresión incrementada por las plumas de los harapos que le quedaban de lo que alguna vez pudo ser un traje de baile... muy escaso, por cierto. Dejaba poco para la imaginación.

Miré al Efreet con el ceño fruncido, pero él no reparó en mí. Estaba demasiado desorientado. No parecía un pervertido, pero por el estado de la chica...

Les llevé hacia el punto de encuentro, donde aguardaban los demás. Madre camino hacia mí con paso decidido y me abofeteó, fue el primer golpe que recibí, pero no sería el más duro de la noche. Los elfos miraron con aversión primero al Efreet y después, confusos, lo entendieron solo mirándolo de arriba a abajo. Habían llegado a la misma conclusión que yo, y eso le salvó aquella noche. Madre ordenó que los llevarán junto con los agentes y a mí me hizo ir con ella.

Nos encontramos con la Gnoma y el Híbrido que Los Supervivientes habían enviado. Ella se llamaba Nanairo y siempre era amable con todo el mundo. Pero los elfos vemos como palpitan los corazones y no era feliz del todo... Supongo que perdió a alguien importante, como todos en la guerra, pero esa no es una historia que me corresponda a mí contar. El Híbrido se llamaba Kay y parecía ajeno a todo lo que le rodeaba, como si la guerra no fuera con el. Simplemente parecía contento de pertenecer a algo más grande

- Él nos guiará - dijo la Gnoma, mientras madre curaba las heridas de los nuevos invitados. Siempre había sido una mujer práctica que no perdía el tiempo, y esta no era la ocasión favorable para dejar de serlo -. La mala noticia tendremos que cambiar de ruta, Tredel ha caido.
- ¿Cómo? - pregunto Madre alarmada -. No puede ser... ellos...
- El emperador está especializando sus tropas, y decidió acabar con ellos... con todos ellos.
- Eso...eso... Apiádate de nosotros si aún nos oyes, Dama de plata. ¿Cuál será nuestra meta entonces?
- ¿Crees que es seguro comentarlo con una chiquilla de doce años delante?
- Cumplo trece mañana - respondí ofendida, como respuesta solo obtuve una sonrisa comprensiva.
- Deprisa, no queda tiempo - instó Madre ignorandome.
- Tristan nos guiará hasta los limites del Glacial del Este.
- Terreno de Dragneos... Aunque sea, son honorables.
- Kay, guíanos - ordenó la pequeña líder -. Solo os podré acompañar esta noche. Después, no me habéis conocido, y yo a vosotros tampoco.

Corrimos, corrimos como nunca lo habiamos hecho. En el carromato que me habían encargado llevar, iban mis dos "protegidos". Seguimos y, al alba, como bien nos dijo, Nanairo desapareció junto con Kay tras dejarnos la dirección a seguir.
Nos detuvimos en un claro para coger aliento. Ciertamente, la distancia recorrida había sido impresionante, más de lo que cualquiera de nosotros hubiera hecho, más de lo humanamente posible. Estábamos fuera de peligro, lo habíamos logrado. Fui al carromato de Madre. Ya que era la vitalista que nos protegía, necesitaba descansar mucho. Abrí el carromato, la vi dentro.

Solo pude gritar. Aún hoy sólo obtengo imagenes imprecisas, antes de que el Efreet y la Shima me recogieran mientras caía. Magía de sangre, un círculo de transferencia de energia, y el cadaver seco de Madre... la que se sacrifico por salvar a los hijos de la Dama de plata.
Ailara
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