La pequeña guardiana de los bosques

Es la última descendiente de la familia Nairel, que significa guardián. Era una familia bien considerada en la comunidad élfica, ya que desde tiempos inmemorables han sido los guardianes del bosque. Sin embargo, a causa de la guerra ha sido practicante aniquilada. Su madre, Annarasel (gran dama) era una gran curandera, y su padre, Hoiral (sabio) era un bravo guerrero que regresó de una dura batalla y decidió quedarse con su familia, guardando el bosque sagrado. Satiya era pequeña en estatura y por ese motivo solía ser el objeto de burla de sus compañeros hasta que salvó la vida a uno de ellos, un día en el que se perdió en el bosque sagrado y fue la única que acudió en su ayuda. Loren, que así se llamaba el muchacho, se convirtió en un gran amigo. Gracias a su buena vista y oído Satiya solía perderse en el bosque durante semanas, meses. Satiya era feliz puesto que se encontraba con su familia, aquellos que mas le importaban. Pero la guerra amenazaba con llegar y eso fue lo que pasó.

Cuando regresaba de unas de sus incursiones, su casa y toda la ciudad habían sido devastadas. La mayoría de los habitantes habían fallecido, incluidos sus padres. No quedaban más que cenizas. Solo tuvo tiempo de recoger las pocas pertenencias que pudo, el anillo con el emblema de la familia. Loren había desaparecido.
Supo que lo habían atrapado y su misión fue encontrarlo.
La guerra lo hacía difícil. Fue de fortaleza en fortaleza, de ciudad en ciudad. Buscando a su amigo Loren. Sin resultado. Y así fue como encontró a su maestro, en un pequeño pueblo, donde los supervivientes de la gran guerra se habían refugiado. Él era un elfo vitalista, un refugiado de la guerra, y decidió tomarla como su aprendiz en una vieja torre. A aquel campo de refugiados llegaban cada día más y más seres, razas y personas que Satiya nunca habría imaginado encontrar. Cuando Satiya era adolescente, a la edad de 50 años, el viejo elfo falleció por lo que decidió ir a la capital de los elfos. Uno de los pocos reductos de paz que quedaban por aquel entonces.

Allí logró entrar en la servidumbre como sirvienta de la hija mayor de una casa. Con su personalidad tranquila, silenciosa y reflexiva, aunque a veces algo impetuosa y su naturaleza humilde, se ajustó al trabajo sin por ello traer la desgracia sobre su apellido. En aquel lugar pudo ponerse en contacto con los libros, el conocimiento y la sabiduría, aprendió de la existencia de otros dioses, a parte de la de la naturaleza a la que ella veneraba. Poder continuar sus estudios, hicieron de buscar la soledad un hábito. Su apariencia frágil, sus intensos ojos verdes, su talla y su tendencia a cortarse la melena castaña, la convertían en una mujer exótica en una ciudad en la que ella misma se sentía torpe.
Conoció la política de los altos elfos, desde su posición con sus alargadas orejas y sus ojos que en la oscuridad eran violáceos, descubrió muchos secretos. Pero nunca fue lo suficiente para hacerla olvidar los bosques que tanto extrañaba. Proteger a su señora se convirtió en algo difícil según se acercaba el sonido de las batallas, por ello se acostumbró a cargar el arco y las flechas que llevaba tanto tiempo sin usar, la ligera espada que su padre un día le hubo regalado y las vestimentas propias de los elfos de los bosques.

Logró mantener a salvo a su señora, hasta que una noche, en la que se sucedieron una serie de revueltas en la ciudad, provocaron la caída de la misma y Satiya decidió sacar a su ama de la ciudad. Sin embargo, las encontraron. Satiya se defendió con elegancia y agilidad, en campo abierto, ellos estaban en minoría, dentro de los muros tal vez hubieran tenido una oportunidad. Derrotó a los hombres que las perseguían pero al joven elfo al mando de la patrulla no pudo vencerlo. Era Loren. Se había convertido en un adulto fuerte, todo un señor elfo. Un guerrero poderoso, ágil y silencioso, pero también se había degradado a nigromante. Pelearon, a pesar de que el corazón de Satiya se dividía en dos en cada estocada. Finalmente sus dagas entrechocaron, colocándose muy cerca el uno del otro. Loren susurró.
-Llevo toda una vida buscándote, y cuando te unas a mí y a mi señor podré demostrarte cuanto te amo. Si no me dejas asesinar a esta noble, tendré que matarte. –Satiya le rechazó, no podía permitir aquello. Sin embargo, él era mucho mejor. La daga de Loren cercenó la carne desde su cintura en el lado derecho hasta el hombro del lado izquierdo y después sin ninguna piedad se la hundió en el pecho. Moribunda, vio con horror como Loren asesinaba a sangre fría a su señora. Después antes de desfallecer Loren le dijo.
-Si sobrevives iré a buscarte, nada no separará. Eres mía y siempre me pertenecerás.

Al despertar se encontraba en el Bastión.

(editado por Cruz, corregidas faltas ortográficas y modificación de la narración.)