La Serpiente Azul
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La Serpiente Azul
Mi nombre es Dathra. Cuando tenía diez años maté a mis padres. ¿Por qué? Porque yo siempre había sido su saco de harina donde descargar la frustración mediante golpes. Desde que tengo memoria recuerdo mi vida en su tienda, siendo humillada y despreciada de tal manera que incluso escupirme en el ojo les parecía tratarme con cortesía.
Podía aguantar la situación, a esas alturas ya estaba acostumbrada. Sin embargo no encontraba motivos para hacerlo. Era más fácil quitarles de en medio y acabar así con el problema.
Durante dos mese estuve observando a los guerreros de mi tribu, quienes me ignoraban activamente y se esforzaban porque yo no aprendiera nada. Después descubrí a la Chamán, la persona más sabia que he conocido, quien era capaz de preparar venenos con los que cazar. Ella era la única que me trataba con algo de amabilidad. Me enseñó cómo cazar un conejo haciendo un potingue con dos plantas y untándolo en una zanahoria.
El conejo murió. Dos días después, lo hicieron mis padres. Uno más tarde, hui de la tribu hacia tierras más cálidas, hacia la libertad.
Podía aguantar la situación, a esas alturas ya estaba acostumbrada. Sin embargo no encontraba motivos para hacerlo. Era más fácil quitarles de en medio y acabar así con el problema.
Durante dos mese estuve observando a los guerreros de mi tribu, quienes me ignoraban activamente y se esforzaban porque yo no aprendiera nada. Después descubrí a la Chamán, la persona más sabia que he conocido, quien era capaz de preparar venenos con los que cazar. Ella era la única que me trataba con algo de amabilidad. Me enseñó cómo cazar un conejo haciendo un potingue con dos plantas y untándolo en una zanahoria.
El conejo murió. Dos días después, lo hicieron mis padres. Uno más tarde, hui de la tribu hacia tierras más cálidas, hacia la libertad.
Última edición por Dathra el Mar Jul 24, 2012 9:23 am, editado 1 vez
Dathra- Aprendiz de Vitalista
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Re: La Serpiente Azul
Seis años después me encontraba frente a dos de las peores personas con las que me he podido topar, y eso que he conocido a gente de todo tipo. Ambos son de la nobleza Shima, uno alto y estirado, cubierto de joyas, tan brillante que resultaba molesto mirarle. El otro es más bajo, algo regordete, pero igualmente arrogante. Siento tentaciones de pincharles con los dardos envenenados que llevo guardados bajo las mangas de mi capa negra.
-¿Lo harás, entonces? -preguntaba el alto, un tal Duque de Trieste.
-Depende -contesto-. ¿Cuánto recibiré?
-Prometo que serás bien recompensada.
-¿Cuánto? -insisto, en tono cortante. Él dice una cifra que supera mis espectativas.
-Recibirás la mitad de esta suma ahora mismo, si aceptas. El resto, cuando me la traigas. Confío en que sea suficiente para pagar tus gastos.
Solo me falta relamerme. Qué bien me vendrá el dinero, sobretodo en estos tiempos de guerra. Unos tiempos más que propicios para mí. Salen clientes hasta debajo de las piedras.
-De acuerdo, acepto -asiento.
-Más vale que tú lo hagas bien -gruñe el gordinflón Barón de Lesslión-. Ninguno de los mercenarios que ha habido antes que tú ha logrado encontrarla.
-Yo lo haré -afirmo.
-La quiero entera -apunta el Duque-. No me importa si viene herida, pero no quiero que le falte ningún miembro, ¿entendido?
-Entendido. Traeré de vuelta a La Rosa Negra de Lesslión.
-¿Lo harás, entonces? -preguntaba el alto, un tal Duque de Trieste.
-Depende -contesto-. ¿Cuánto recibiré?
-Prometo que serás bien recompensada.
-¿Cuánto? -insisto, en tono cortante. Él dice una cifra que supera mis espectativas.
-Recibirás la mitad de esta suma ahora mismo, si aceptas. El resto, cuando me la traigas. Confío en que sea suficiente para pagar tus gastos.
Solo me falta relamerme. Qué bien me vendrá el dinero, sobretodo en estos tiempos de guerra. Unos tiempos más que propicios para mí. Salen clientes hasta debajo de las piedras.
-De acuerdo, acepto -asiento.
-Más vale que tú lo hagas bien -gruñe el gordinflón Barón de Lesslión-. Ninguno de los mercenarios que ha habido antes que tú ha logrado encontrarla.
-Yo lo haré -afirmo.
-La quiero entera -apunta el Duque-. No me importa si viene herida, pero no quiero que le falte ningún miembro, ¿entendido?
-Entendido. Traeré de vuelta a La Rosa Negra de Lesslión.
Dathra- Aprendiz de Vitalista
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