El joven inventor

Crecí en una pequeña población ajeno a la guerra. Recuerdo perfectamente las forjas y las minas; recuerdo también a muchos de los habitantes del pueblo y lo felices que éramos todos allí. Desgraciadamente era inevitable que tarde o temprano la guerra nos alcanzara, y más teniendo en cuenta el oficio de mi padre.
Mi padre era un gran hombre, y no solo por lo que piensa la gente, también era una buena persona y muy capaz de dar amor. Él sabía lo que iba a suceder e intentó mantenerme al margen, para hacerme feliz un poco más supongo. Pero engañar nunca fue una de sus virtudes y yo sabía que algo iba mal; además, estaba obcecado con terminar dos de sus inventos lo antes posible y estaba armando a los hombres del pueblo.
Los días pasaron en una calma tensa y al final la marea de hombres llegó. Reclamaron a mi padre, dijeron que si se entregaba y accedía a ayudarlos dejarían al pueblo en paz, pero los nuestros se negaron. No sé mucho más de lo que sucedió en la contienda. Mi padre había dejado para mí una misión especial y no pude participar en la batalla.
-Tu tarea es la más difícil de todas Neil.-me decía mi padre.-Tendrás que viajar solo por desiertos y bosques, vagar durante días y ser fuerte.-continuó mientras me equipaba con una mochila y varios de sus artilugios- Tienes que llegar a un lugar seguro, busca a la resistencia, pídeles protección y alojamiento y lucha por su causa.-Sacó un cilindro metálico y una carta y me los entregó para después ponerme un casco.- Protege esto con tu vida y no dejes que caiga en sus manos.
Tomo mi manó con fuerza y prácticamente me arrastro hacia la azotea del laboratorio y me obligó a montarme en su último invento, que a mí me aterraba porque había visto las cenizas de los muñecos de pruebas. Preste atención unos segundos a una inscripción el artilugio que rezaba: “Dispositivo de viaje aéreo de alta velocidad por sucesión de explosiones controladas de Magnus el Magnífico” y temí por mi vida. Pero luego me di cuenta de que era el único con probabilidades de sobrevivir. Miré por última vez a mi padre al que se le veía la esperanza en los ojos. Nunca olvidaré esa imagen de mi padre, con su pelo rosado canoso y su sonrisa reconfortante.
-Pero papá-Dije ente lagrimas.-Yo no me quiero ir sin ti, no puedo hacerlo solo.
-Si puedes.-Respondió el.-Eres mi legado al mundo, tienes que hacerlo por los dos. Te quiero hijo, siempre te querré.-Terminó diciendo mientras pulsaba el botón de inició.
-Yo también te quiero.-Grité yo. Y aunque mi grito quedo ahogado por el ruido de las explosiones, se que él sabía lo que yo le había gritado. Casi instintivamente me coloqué las gafas del casco y comencé mi viaje.